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Spain Spain · Granada
Kikivall rating:
8
Drama Ricky and his family have been fighting an uphill struggle against debt since the 2008 financial crash. An opportunity to wrestle back some independence appears with a shiny new van and the chance to run a franchise as a self-employed delivery driver. It’s hard work, and his wife’s job as a carer is no easier. The family unit is strong but when both are pulled in different directions everything comes to breaking point.
Language of the review:
  • es
December 8, 2019
20 of 21 users found this review helpful
La mayoría de las películas de Loach perturban, producen una gran inquietud. Pero en esta, además, te dan ganas decir ¡basta ya por favor, esto es una locura! Loach ha declarado en tono modesto, pero lamentablemente cierto: “Es una gran lucha y una película sólo puede muy hacer poco. En cierto sentido, creo que el público quiere recuperar ese sentimiento de lucha, y espero que al salir del cine digan: basta, esto es intolerable. Sólo entonces podremos empezar a plantar cara”.

El cine-Loach tiene la capacidad de remover, de movilizar interiormente, por que cuenta historias veraces y muy creíbles. Habla de personajes y situaciones que podemos ver en nuestra realidad cotidiana y que provocan la indignación del espectador; también suscitan la vivencia de compasión para tana gente sencilla que apenas aspira a una vida decorosa y a cambio no recibe más que ostias y varapalos.

Cuenta la cinta la historia de Ricky (Kris Hitchen) y su familia. Son una familia que ha luchado duro para salir adelante. El ‘pater familia’ ve una nueva oportunidad como falso trabajador autónomo repartiendo paquetes. Su esposa cuida ancianos y enfermos, y sus hijos, uno adolescente y conflictivo y una niña precozmente madura se resienten de la ausencia de padre. Todo lo cual hace que los lazos familiares entre él, su esposa (Debbie Honeywood) y sus hijos se vayan poco a resquebrajando.

Loach plantea un auténtico drama social, que tiene su sustento en un trabajo actoral estupendo, como estupendos son Kris Hitchen y Debbie Honeywood. Son actores desconocidos que parecen personas comunes, personas de la calle pero que hacen unos trabajos interpretativos admirables.

Loach, a sus 83 años sigue fiel a sus principios de viejo marxista, es el Loach que ya conocemos. En este film lo que cuenta es lo mismo que vemos al asomarnos a algún servicio de paquetería en bicicleta, en moto, en camioneta, servicio urgente y mal pagado con actores veloces y estresados que cuando llegan al domicilio con la lengua fuera y no está el receptor del paquete tienen que dejar con angustia ese escrito que da título a la película: ‘Sorry, we missed you’.

Es loable el excelente guion de Paul Laverty, el habitual colaborador de Loach, que utiliza escenas rápidas, una presurosa cámara, diálogos al límite del vértigo, plano y contraplano, todo bordeando el melodrama. Un cine vivo, urgente, un cine para levantar conciencias y alzar la voz, protestar, rebelarse contra esta locura en que se ha convertido la vida moderna del consumo voraz a domicilio. Una filmación sensacional donde Loach rueda con naturalidad, logrando encuadrar en un mismo plano la afligida existencia de toda una familia.

Es un film que desvela los entresijos de esa denominada “nueva economía colaborativa”, concepto muy engañoso tras el cual se pueden descubrir los crueles ambages del capitalismo más salvaje; donde ciertas empresas tratan a los trabajadores peor que los señores feudales a aquellos vasallos del medioevo.

Declaró no hace mucho el director británico lo siguiente: "Según el proyecto neoliberal, la mano de obra debe ser vulnerable, porque así aceptará salarios bajos, contratos basura y trabajos temporales. Y para que el trabajador siga siendo vulnerable hay que hacerle creer que tiene lo que merece. Ese es el secreto: recordar a los humillados que la culpa es suya. Porque si la culpa fuera del sistema habría que cambiarlo, y eso, de momento, no interesa". Y esto es lo que ocurre a nuestro alrededor, la precariedad del trabajo precario que va cada vez a más precariedad. Lo que Loach nos muestra en la pantalla es tan indiscutible como inhumano.

Concluyendo: la ‘tesis’ del film es la enorme dificultad para frenar la injusticia, dado el fenómeno tan actual de que cada vez más trabajadores se convierten en 'emprendedores' de su propio infortunio. Entonces, como dice Loach, es el trabajador quien se labra su propia desgracia, no el sistema. Pero esto, como cualquiera con buena voluntad puede concluir, es una gran farsa.
Kikivall
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