Es un hecho que tras verla, e incluso, posiblemente, durante el visionado, tal vez necesites una copita de cualquier cosa para subir el ánimo, ya que te lo deja por los suelos.

La película, como ya se sabe, es un falso documental que trata sobre la guerra del Líbano. Alegre, la cosa, no pinta. Y además, es una peli de animación, muy extraña e intensamente hipnotizante, con un diseño magnífico y una potente banda sonora, que es lo que anima un poco el tema.

Narra alguna de las atrocidades perpetradas por determinada sección del ejército israelí contra civiles palestinos, contadas desde el punto de vista del bando israelí, a fín de pedir disculpas, hacer acto de contricción o bien, lavar conciencias.

Este tipo de autocrítica siempre resulta valiente, y eso convierte la película en interesante.

Pero odié los últimos segundos, esos que abandonan la animación para ofrecernos imágenes reales de la masacre. Creo que el mensaje ya estaba perfectamente expuesto como para rematar al espectador de esa manera.

Si por la tarde has quedado de fiesta y tienes un ratito libre para ver una peli antes de irte, NO te pongas ésta. Hazme caso. Mejor, si eso, te la pones otro día. Uno de lluvia… total…