Debo reconocer que habitualmente me suelen agradar los telefilmes alemanes, dotados de cierta eficacia narrativa, una realización competente y que se constituyen como buenos y entretenidos productos para ver en televisión; pero éste no es el caso: tras un principio atractivo, marcado por la muerte de su esposa Maria Meiers, Eik, el prota, se ve envuelto otra vez en la búsqueda del tesoro, en esta ocasión el de los Nibelungos. Lo malo es que resulta todo bastante cutre; en vez de apostar por la originalidad, el guión de Meister y Dähnert se orienta claramente a una revisión germánica de las superproducciones norteamericanas, lo que se traduce en un indudable parecido con la saga de Indiana Jones y, sobre todo, con National Treasure (las correrías de Nicolas Cage en La Búsqueda). Claro que, al tratarse de una cosa para televisión, el producto deja bastante que desear en lo que respecta a los aspectos formales (efectos especiales, fotografía, etc), dando una sensación de cutrez a la que tampoco ayuda que la narración carezca de fluidez y originalidad. Los personajes son calcaditos de las pelis de referencia antes citadas: el héroe-arqueólogo-buscador de tesoros, el compinche simpático y tontorrón, Justus, la chica inteligente, protestona y con ínfulas de partenaire del prota, Katharina, y los malvados de turno, André, Roland, sus esbirros, etc.
No falta tampoco ese molesto componente sobrenatural que suele introducirse en muchas de estas producciones de corte pseudohistórico-aventurero, por lo que la sensación general que transmite la peli es de un "quiero y no puedo", una pobreza argumental y de medios en un batiburrillo de dudosa verosimilitud histórica en la que sólo es destacable que aparezcan ciertos parajes pintorescos de Alemania.