No soy policía, ni lo quise ser, pero resulta poco creíble, y mira que me gusta Antonio Dechent, esa presentación a las bravas del sevillano para con el niño en la habitación del hospital, placa en mano. Una presentación a puerta gayola, se diría. Como si no se hubiera quitado Dechent el traje de luces que le puso Garci para Tiovivo.
Salvo error u omisión por mi parte, algo que sí es creíble, por contra, Blanca Portillo saltó al estrellato universal desde aquella serie cómica, y se ha instalado en una especie de Olimpo del que cuesta bajarla, vaya usted a saber por qué. A su lado, y junto a Antonio Dechent, un niño solvente, un tipo con una sudadera con capucha, Macarena Gómez y José Coronado, que es lo mejor de un reparto voluntarioso que lucha con todas las armas, quizá, por disimular las carencias de la directora.
Buena trama y suspense acorde. Aunque una dosis de ese suspense se haya exportado, casi de forma directa, de uno de los episodios de la serie de Alfred Hitchcock. Y hasta aquí puedo leer.