Yo, buen conocedor de los antecedentes de Oriol, estaba escudriñando todo el rato, ya me esperaba alguna salida repentina, de hecho antes de que se descubriera el pastel (no conocía la novela) sospechaba algo, parecía que cuadraba todo pero a la vez como que no...

Y luego está ese magnífico final (que como no, solo se siente tanto gracias al recital del arrollador Eduard Fernández, -si no fuera por él, la daría un cinco a la peli, a pesar de todo, creédme-) que pone una guinda de oro inigualable a ese vaivén de obsesiones, mentiras y medias verdades, culminando en ese plano final que literalmente hiela la sangre, pero insisto, se me antoja impensable esa sensación de no estar orquestado el personaje de Samuel Alvar por otro que no sea Eduard Fernández.

¡Si ya nos había dilucidado con la verdad respecto a la figura de Alice Gould (una soberbia Bárbara Lennie) a la mitad! ¡Y se nos ha anunciado, nada más comenzar, de cómo era su personalidad (la de ella) nada más empezar la peli! Pero preferimos creer en el cuento de que él era el médico siniestro y psicópata...

¡BASTA! ¡BASTA YA! (Para mi la mejor escena de la peli, como yo no soy actor alucino cuando alguien alza de repente la voz con ese poderío, cuando a lo mejor en el resto del transcurso, su personaje se mantiene sosegado y no infiere en estridencias.)

Densa, larga, pero buena. Me ha gustado. Atención también a Pablo Derqui, que las tenía todas para resultar clave en esta narración de ambiente tan malsano, pues parece un perturbado psicópata peligroso, pero nada, una mera distracción...

CONLUSIÓN: muy recomendable !