Respecto al niño adopto una postura media, termina por no enamorarme por estridente y pesado pero tiene sus momentos buenos en los que desprende la entrañable inocencia y bondad pura propia de la niñez más precoz.

El padre. Buen personaje (en una película seria, no me refiera a alguna de en las que pueda participar ahora, de saldo, es raro que desentone) pero me falta algo de profundización, no le termino de entender. No tiene un duro, (bárbaro ese momento en el que se despierta de noche después de una noche de copas, se tira a por la cartera y comprueba que está vacía, ¡no sabéis la de veces que eso me ha pasado a mi!) gana a la ruleta 6.400$, que esa cantidad en los tiempos de entonces ojo, y se lo gasta todo en regalos a vecinos de la comuna y al hijo le compra un caballo por 6.000$. Vale que era un tío muy campechano y que a lo mejor así es como se hacían las cosas entonces, peeero... No sé, ¿no había algo más barato? Luego que si deudas, que si más bebida, más juego...

Y entonces llega el acto final en el que asistimos a un combate sorprendentemente bien filmado, mucho mejor que en algunas películas exclusivas del género. La realización de una secuencia de combate es buena, si aún sabiendo como va a acabar la película no puedes evitar presenciarla con emoción. Y contra todo pronóstico ganó. Yo pensaba que moriría en el ring (sabía que moriría por ese recopilatorio que hizo un reportaje de La Sexta 3 de las escenas más tristes de la historia del cine), pero no. Su victoria me recordó, en cierto modo, a otra igual de amarga que conseguiría un personaje interpretado por el mismo actor seis años después, en la inolvidable 'El tren del infierno'. Ambos consiguieron la última victoria de su vida, siendo este el precio a pagar. Aquí la muerte es a causa del dolor físico, en la de Konchalovski, del dolor mental, contraído a través de palizas y humillaciones las cuáles le habían convertido en un monstruo, circunstancia que finalmente hacía imposible al personaje seguir queriendo abrazar la vida.