Madre mía, de verdad que ha perdido mucho esta saga desde que empezase en 1968. Al menos aquí hemos llegado al final.

No sabemos cómo, la rebelión que liderara César... ha llevado a una guerra nuclear. Así tal cual. Vale. Repito que, visto esto, los humanos merecemos la extinción por nuestra absoluta idiotez. Una idiotez que no se iguala a ninguna otra. Podremos imaginarnos que, con este planteamiento, «Batalla por el planeta de los simios» te resulta ya de chiste.

Para completar el cuadro, nos damos cuenta de que César no es un «benévolo gobernante» como asegura la sinopsis de la película: lo que es, es un racista que tiene a los humanos medio esclavizados y controla la sociedad como si una especie de utopía totalitaria se tratara. Al menos es esa la sensación que da visto el panorama. Apartados ahí en el campo y viviendo en cabañas, se tendrán que enfrentar a un grupo de humanos idiotas, como ya he dicho, que querrán vencer a los simios. Se supone que esta es la gran «batalla por el planeta de los simios», pero, vamos, parece la batalla de dos niños jugando a juegos de guerra, lo que seguramente tendría más impacto que esta escaramuza de la película.

Eso sí, de nuevo el final, abierto, resulta algo inquietante.