Esto ya parece una batalla perdida. Bueno, en realidad siempre lo ha sido, no puedo engañarme; pero las causas perdidas son más interesantes que las fáciles de ganar, así que yo a lo mío.

Yo sólo pregunto si a todas las películas se las valora con el mismo patrón; si, hoy en día por ejemplo, a una peli que fuera sólo correcta técnicamente y no tuviera diálogos, ni fotografía, ni banda sonora, ni grandes personajes, ni una brillante puesta en escena, ni ambientación... ni nada especialmente llamativo, se le daría un ocho de nota. Yo sólo pregunto, vamos.

«Qué bello es vivir» es una obra pasable, sin grandes alardes cinematográficos y bastante plana en todos los sentidos. Una obra que te arranca una sonrisa y hace que pases una tarde agradable, sin grandes pasiones, reflexiones o tan siquiera grandes momentos. La disfrutas como puro entretenimiento y aceptas su bocanada optimista sin preguntarte qué hay más allá del malo capitalista y el bueno altruista; porque si te lo preguntaras, te darías cuenta de que la cosa no es tan blanca o negra como nos quieren hacer creer. Sí, al final la lágrima amenaza con salir, justo al final, en el brindis... pero el resto de situaciones y emociones son tan suaves como inocentes, tan ligeras como contenidas. Esto no es malo en sí mismo, pero para ser «una de las mejores películas de la historia del cine» habría que pedirle algo más.

Un guión demasiado largo que debería haber adelantado la visita del ángel, bastante desaprovechado en la trama teniendo en cuenta que nos da las mejores escenas una vez aparece. Además, no me gusta James Stewart, y sé con esto me gano las antipatías de media página, pero es que no me gusta. Será muy buen actor, pero es que no tiene gracia... Sí, no tiene gracia ni carisma, ni siquiera presencia en la pantalla.

No impresiona demasiado y se olvida con facilidad, pero al menos es una opción tranquila en la que se pasará un rato entretenido. La nota es un disparate y su fama incomprensible. Qué le vamos a hacer.