en general la vida de los personajes implicados en la acción, salvo la del encantador anarquista, es sórdida y triste. Los dos hermanos son unos asesinos a sueldo de un poderoso. El menor es pendenciero, con episodios de pérdida de control y alcoholismo. A más a más, con una infancia con malos tratos. Y mató a su padre cuando pudo enfrentarse con él.

El resto, por un estilo. Cada quien buscándose la vida como puede. En condiciones que difícilmente permitan mantener la autoestima o el sentimiento de dignidad.

Señalar el final de la película como final feliz, como regreso idílico al hogar familiar, o lo que sea, me parece desbarrar. En ese contexto personal y colectivo tan empobrecido y limitado, dudo que se den las condiciones de superación de los traumas psicológicos de los personajes, ni de sus desequilibrios ni adicciones. Ni de su tremenda soledad, apenas disimulada. Ni de las secuelas que, inevitablemente, la vida ha ido marcándoles.