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Spain Spain · Honor al Sabadell!
Grandine rating:
6
Comedy. Drama. Romance The fourth film in François Truffaut's quasi-autobiographical Antoine Doinel cycle finds the idealistic child-man (played by Truffaut's alter ego and French new wave icon Jean-Pierre Léaud) married to his sweetheart Christine (Claude Jade) and still plugging away at odd jobs. When his experiments in the florist trade burn his bouquets to a smoky black ruin, he decides that it's time for another trade, and lands a job sending ... [+]
Language of the review:
  • es
May 16, 2007
16 of 21 users found this review helpful
En mi opinión, films como este son necesarios. Porque yo no sé qué concepto se tiene hoy en día del amor. Ni qué concepto pretenden dar sobre él, en especial los yankees con su moralina barata y sus productos de dudosa honestidad. Aunque no sean los únicos, claro.
Pero aquí Truffaut, en un ejercicio por impregnar la cinematografía de vitalidad, nos muestra un concepto sobre la pareja que es, precisamente, el que se debería tener hoy en día, y más estando en una sociedad tan avanzada como se supone que estamos, aunque en múltiples ocasiones no parezca eso. Un concepto donde los sujetos que conforman la pareja deben aceptar tanto las virtudes como los DEFECTOS de la persona con quien conviven, y saber tratar con ellos.
Olvídense de esas frases oídas mil veces sobre ir a mejor, ofrecer cambios en algunos aspectos e intentar pulir las imperfecciones. Que no errores, pues son cosas distintas. Una imperfección es algo que forma parte del sujeto en sí, y está claro que se puede pulir, pero entonces.. ¿donde quedaría el amor que sentimos por una persona a la que conocimos y queremos tal COMO la conocimos? El error está claro que puede y debe ser pulido, pues no es más que eso, equivocos y fallos que se pueden cometer. Y aquí el cineasta galo lo muestra como nunca lo había visto yo en una pantalla de cine.
Pero no sólo eso. El amor también es la necesariedad de estar con esa persona tan querida, la necesariedad de estar a su lado, compartir momentos, buscar regazo en los peores instantes y, sobretodo, sentir añoranza cuando no se está a su lado. Y hay secuencias como la del teléfono o la del coche que lo demuestran sobradamente, y por ello son veraces y decididas.

Además, Truffaut lo tiñe todo con un halo de comedia ligera que le viene a la perfección, porque otorga frescura a lo largo de todo el metraje y consigue resultar del todo acertado sin que parezca innecesario, que no lo es. Porque donde puede haber llanto, también pueden haber sonrisas.
Si a ello añadimos una de las mejores interpretaciones que servidor haya visto del señor Léaud en su cuarta colaboración con el director galo, además de la de su acompañante, que realiza un papel perfecto, encontramos en "Domicilio conyugal" una cinta tan necesaria como bella y áspera al mismo tiempo. No tiene desperdicio.
Grandine
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