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Adrian Bogart rating:
9
7.7
3,380
Drama
In a private nursing home near to Paris, a burnt out writer, Alain Leroy, is being treated for alcoholism. Despite being almost cured of his addiction, Alain, in his mid-thirties, has recurring bouts of depression and has resolved to kill himself in a few days’ time. One morning, he sets out on one final trip to Paris. Here, he meets up with old friends and lovers, but contact with the people he once knew and loved feels increasingly superficial. [+]
Language of the review:
- es
January 16, 2021
5 of 6 users found this review helpful
A Louis Malle le conocí hace poco por accidente, sin recomendaciones y sin análisis previos. Ha sido producto del confinamiento como muchos de esos momentos de inadvertida felicidad que aparecen cuando menos se espera.
Esta película narra la crisis existencial que Malle sufrió al cumplir los 30 años en 1962, un año antes de estrenarse. Y es que por aquella fecha sus compatriotas Truffaut, Godard y demás habían marcado un estilo, del que sin embargo él no se sentía identificado. Encuentra en Maurice Renot su alter ego perfecto para completar un guión basado en la novela de Pierre Drieu La Rochelle publicada en 1931 e inspirada en el suicidio del poeta surrealista Jacques Rigaut.
Esta película narra la crisis existencial que Malle sufrió al cumplir los 30 años en 1962, un año antes de estrenarse. Y es que por aquella fecha sus compatriotas Truffaut, Godard y demás habían marcado un estilo, del que sin embargo él no se sentía identificado. Encuentra en Maurice Renot su alter ego perfecto para completar un guión basado en la novela de Pierre Drieu La Rochelle publicada en 1931 e inspirada en el suicidio del poeta surrealista Jacques Rigaut.
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Tras haber pasado toda su juventud en el Paris de los años 50 llevando una vida en la lujuria y en los excesos, Alain decide ingresar en un centro de desintoxicación para intentar alejarse de la bebida y recuperar la relación con su exmujer. Cuando ya se encuentra recuperado de su dependencia, tiene un encuentro con Lydia, una amiga que viene desde Nueva York a visitarle. En esa escena Alain se queda detenido mirándola, durante varios minutos con una voz en off que ya desde el inicio perturba, porque da a entender que intenta sentir la belleza por todos los medios pero no puede, sólo consigue acariciarla. Alain se da cuenta de que “puede llegar a tocar las cosas, pero no sentirlas”. Ha sido el despertar de toda una vida anestesiado por la bebida. Al darse cuenta de que la realidad tiene un peso insostenible, decide iniciar una despedida. Una despedida formal de lo que un día fue, buscando a sus viejos amigos por un Paris en un blanco y negro noctámbulo pero elegante, por sus cafés y sus calles en movimiento, con una música de Erik Satie hipnotizadora. Conversaciones que transcriben el impacto de los que estuvieron allí, de los que se dejaron llevar y vivieron rápido, remando contracorriente. Unos consiguieron tocar el dique y otros como Alain, simplemente llegaron a la conclusión de que la única manera de entender la realidad era apretando el gatillo.