La peste en la Edad Media italiana. Siete chicas y tres chicos escapan de Florencia y se refugian en un lugar tranquilo y apartado en medio de la naturaleza.
Para matar el rato y quitar las ganas (de amarse los pocos que están emparejados), se dedican a contar historias. Como en el "Decamerón" del inmortal Boccaccio. Son como pequeñas novelas. De parecido asunto (los amores reñidos o contrariados) y de desigual resultado, sentido y fundamento.
El tono es elegante y frío a pesar de las ardientes pasiones que se relatan. Las tramas pecan de esquemáticas sin dejar de ser simpáticas y hasta profundas y conmovedoras. Con dos o tres trazos se mentan o comentan los asuntos más trascendentales o pericolosos. Se alterna el drama más fiero con el humor más farsesco. Se hermana cierto aire naíf con un deje de tremendismo. Historias sencillas que tienden al arquetipo, a la fábula, a la leyenda, a sucesos cotidianos a la par que imposibles.
Estos relatos suelen comenzar de manera tibia y timorata, hasta desvaída y plana, para acabar rompiendo en grandes finales, entre jocundos y glaciales, muy hermosos y brutales.
Son narraciones directas, de pocos elementos pero fundamentales; los más vitales, el amor, la muerte, el miedo, el engaño, la traición, la lealtad...
En conjunto, es una película apreciable que no emociona demasiado ni logra alcanzar el cielo soñado, pero que sí resulta un pasatiempo jugoso, bello, doloroso, relativamente poético y filosófico, ligero, terrible, casi esplendoroso. Suavemente delicioso.