Alrededor de Fanny Valette (un epígono deleitoso de la Tautou hermosa) revolotean como mariposas gelatinosas hombres, mujeres y niños, si los hubiera y mucho me temo que no, embrujados por su venenoso hechizo de princesa de cuento malo. Especialmente el abogado de medio pelo que tanto la pretende y desea. Además del epítome del político contemporáneo, a saber, sinvergüenza, mafioso y faldero a las claras, con esposa pérfida y ofendida más compañera de trabajo frustrada y madre pringosa que lo sabe todo y no se entera de nada y ya tenemos el reparto completo de esta función u obra vodevilesca que aúna pasiones aguileñas y crímenes felones con bastante frivolidad y poco seso.
Marea, atufa, aturde y entontece esta bobada levemente pretenciosa y pasajera. Equilibradamente inofensiva y dicharachera (como la rana Gustavo).
Nada pierdes, y nada pasa ni ganas, si la ves, te acaricia con desgana cierta sensación de "deja vu" que remite a un racimo, que cae del árbol sin gracia, de películas mucho mayores que juntaron intriga, sexo y cuchilladas con mayor habilidad y menos pereza.
Me voy por hoy. Acabé feliz. Como una perdiz.