Whisky.
Arroz con habichuelas y albóndigas con bonito yo me apunto me lo como todo. Saciados salimos. Sin hambre ninguna.
Un costumbrismo tosco en le exposición de los conflictos que juega a una falsa naturalidad que alterna brillantez e ingenio en algunos diálogos o giros con cierto sermón y que tiende inexorable irremisiblemente al subrayado metafórico efectista incómodo por obvio y demagogo que te lo estampan en la cara y te lo repiten de todas las formas posibles que se le ocurren al autor de esta obra casi en cada puto feliz plano, vale, lo pillo, que no quiere ser portero y que el padre da mucha lástima pena está acabado no levanta cabeza tiene el corazón roto y el alma magullada, herida abierta, el colega es su opuesto un vivalavirgen un carota la mar de saleroso gracejo innato que le adorna y él está atorado/aturullado/acogotado, se siente atrapado sin salida, dividido entre el miedo a defraudar a su pobre amargado, a pesar de todo, querido progenitor y el terror aun más gordo a no cumplir con sus señuelos sueños que se dice en estos casos juveniles peliculeros hermoso tiernos.