Meritorio trabajo sin duda de Louis Garrel en su faceta como director en la línea heredera de la "nouvelle vague"  y en la que es inevitable no apreciar la influencia y los ecos de la obra de su padre Philippe Garrel. En apenas un año ambos han estrenado dos films sobre los vaivenes y adjetivos del amor. Basta con ver la excelente "Amante por un día" (2017) para descubrir los puntos en común y las diferencias fílmicas entre padre e hijo. Sin desdeñar esta propuesta la diferencia a favor del padre en este caso es notable.

El guión es hábil y sabe crear expectativas que no dejan de sorprendernos y mantenernos atentos a la pantalla en un "rectángulo amoroso", una comedia dramática donde cada cual juega sus bazas ante sus impulsos, miedos y necesidades con una baraja en la que solo hay corazones frágiles  donde no se admiten descartes y lo órdagos se suceden. Buen reparto implicado con el propio Garrel como eje del asunto y un chaval, Joseph Engel, que roba plano al más pintado. 

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