De acuerdo, puede que el argumento este un poco forzado, que a muchos les resbale la fábula que presenta el director, pero nadie puede negar que engancha, que deseas saber que es lo que pasa y hasta te dejas manipular por el guión.
Solo por la escena del niño con los cereales en plan oráculo merece la pena darle un sobresaliente.
Los hallazgos camuflan sus flaquezas, incluido ese final tan pintoresco, y se mantienen imborrables en nuestra memoria, y eso es mérito del autor. Peliculas que se olvidan casi al momento hay muchisimas. Esta tiene algo que nos atrapa, nos agita y nos lanza al universo del autor. Shyamalan es el Stephen King del cine, y su estilo personal esta contagiando a muchos otros directores. Ese contagio creo que es una frescura para el cine moderno. O no, el tiempo lo dirá.