Con las pelis y series de ciencia ficción hay que tener un poco de manga ancha, pero hay temas irracionales que claman al cielo, como en este capítulo de Black Mirror, donde a partir del ADN de las células de una persona, crean un clon virtual que incluye su personalidad y memoria hasta el momento de la clonación. Sin tragarse ese supuesto, el resto de la historia se desmorona.

Lo único que me ha llamado la atención de este capítulo es la cuestión de quién debe ganar la partida, moralmente hablando, si un ser humano real, o unos seres virtuales, por muy basados en personas reales que estén. Este dilema ni siquiera es planteado por los guionistas, de una ceguera atroz.

El capítulo debe tener su puntillo para los amantes de 'Star Trek', aunque a mí se me ha hecho monótono.