Una oda al fanatismo, una muestra de lo que la humanidad es capaz de realizar por las doctrinas, o por lo que nos transmiten de niños.
Con una fotografía de infarto, no en vano, se llevó el Oscar a la mejor fotografía.
Unas imágenes crueles, muy duras que expresan hasta donde es capaz de ir el ser humano. Me recuerda en cierta medida, al pensamiento de los extremismos islámicos y las motivaciones que les infunden de niños. Las caras del pueblo cuando su líder habla de una raza inferior, es toda una declaración de intenciones. La verdad es que la película es digna de ver y disfrutar y da que pensar.
Una historia bien llevada, que no se hace pesada en ningún momento, con un desenlace inesperado, donde utilizan dos formas de actuar, muy distintas, de los dos agentes.