En este silogismo las premisas son la clave:
1P- Me gusta (o al menos soporto) la particular estética de los 80.
2P- Me pirran (o al menos soporto) las tramas de los 80, repletas de gritos y carreras, humor blanco y un toque sobrenatural.
3P- Al menos soporto a Eddie Murphy, en toda su dimensión.
4P- La he visto en una época concreta de la vida.

Evidentemente, si todas las premisas son verdaderas, la conclusión será verdadera, y al menos podrá verla con una sonrisa de nostalgia en la boca. Si alguna de las premisas renquea, la cosa ya no está tan clara. Por ejemplo, dudo que alguien nacido en los 90 sea capaz de disfrutarla, y mucho menos alguien que no tenga interés por el cine comercial de los 80, en los que Murphy fue uno de los Popes. Por lo demás, y sin destripar demasiado, tenemos a Eddie Murphy haciendo de Eddie Murphy (sin obviar ni uno solo de sus tics), a una oriental mona, a un niño misterioso que hay que proteger, y a un maluto de postín interpretado por Charles Dance, que se ha movido por el mundillo de una forma un tanto errática; hay múltiples aventuras, gags de los 80, mamporros y... eso es todo. En definitiva, solo apta para nostálgicos o para historiadores del cine.