Sólida película histórica que narra cómo, indefectiblemente, las Revoluciones se acaban devorando a sí mismas. Si esperan grandes movimientos de masas, planos panorámicos de París convulso y volteretas argumentales, esta no es su película: partiendo de un guión bastante sesudo el atractivo está, aparte de en un cuidado diseño de producción, en el magnífico duelo interpretativo entre Depardieu y un polaco de nombre impronunciable que se sale dando vida a un torturado Robespierre. De concepción teatral, la dirección es sobria y elegante, y tiene mucho mérito al darle emoción e intensidad a un duelo político de final ya conocido. Si se anima, no estaría de más que antes se mire un poco la revolución para enterarse mejor de los matices.