Como es bien sabido en el ámbito familiar se inculcan valores, prejuicios y tabúes con los que vamos creciendo y moldean muchos rasgos de nuestra personalidad, éstos nos permiten avanzar o bien obstaculizan cuando la indisposición al cambio está muy arraigada en el pensamiento. Al concebir verdades absolutas sin cuestionar un solo consejo, se da por un hecho que actuamos en automático, volviéndonos vulnerables a muchas vivencias que atañen a la socialización y la toma de decisiones.

En "Habanastation" la trivialidad que alude a dos chicos compañeros de escuela –ambos de estrato social opuesto–, es asaltada inesperadamente por la convivencia forzada que ambos deben mantener dadas las circunstancias bajo las cuales se encuentran; el de clase media alta, debe salir del barrio en el cual se encuentra perdido, mientras que el segundo al ser originario de ahí sabe como hacerlo, pero no sin condicionar su auxilio.

Una trama en la que el poder adquisitivo, la comodidad y sobreprotección, son aplastados por aquello que nos se puede comprar, como la amistad, compañerismo, hospitalidad, solidaridad, detalles, autonomía, casta y hasta gallardía, eso que propiciaría a una convivencia más armónica, aunque se lea muy paradójico.

Los infantes roban cámara en la filmografía cubana. Un acierto.