A pesar de ver esta película intentando tener en cuenta sus casi 60 años e intentando ponerme en la situación de los espectadores de entonces, no hay por donde cogerla.

La sensación que me dejó al acabar de verla, es que Rebelde sin causa es equiparable a las grandes producciones actuales de Hollywood pensadas para ser éxitos de taquilla –y así fue en su época- lo que la convierte en una película facilona, tonta y cargada de tópicos.

La mayoría de las interpretaciones son infumables, sobreactuadas y los diálogos muy absurdos, así como el guion, que a pesar de desarrollar una historia, a priori, interesante, está plagado de errores, incoherencias y despropósitos (toda la historia se desarrolla en 24 horas y genera desorientación espacial y temporal).

El aspecto de la película es vistoso, alegre y colorido, pero la fotografía es mala, los personajes poco creíbles (actores de 25 años interpretando a menores de edad) y las situaciones inverosímiles.

A mi parecer, lo único que se salva de la película –y que justifica mi aprobado- es el icónico aspecto de James Dean y la nobleza de su personaje, que en algún punto de la película me llegó a resultar entrañable.

En conclusión, una película, bajo mi punto de vista decepcionante en casi todos los aspectos, pero que marca un inicio en el cine de adolescentes rebeldes.