Segundo largometraje de la simbiótica pareja Schoedsack & Cooper al calor del género de moda en su época, el que más tarde sería bautizado como etnoficción. En este caso nos desplazamos hasta el Sudeste Asiático para conocer el día a día de una tribu de la etnia Lao. A diferencia de su anterior película, Grass, donde Schoedsack y Cooper comparten el protagonismo con una tribu nómada mientras peregrinan a lo ancho del Creciente Fértil, aquí los protagonistas absolutos son los nativos en el desarrollo de su día a día: en su estructura social, en su estructura familiar y en su relación con el entorno. Las armas que aparecen son reales y las bestias salvajes cazadas son reales, y para darle más profundidad a la historia se regrabaron algunas escenas y se guionizaron otras como los diálogos, las escenas en las que el mono mascota parece un miembro más de la familia cuando colabora recolectando cocos, o la estampida de elefantes. La guionización del documental hace que los nativos pierdan en espontaneidad y que no se traten sus tradiciones con tanta profundidad como en las películas de Robert Flaherty pero también es verdad que, mientras que este era un director especializado en documentales, Schoedsack y Cooper eran cineastas a los que le gustaba experimentar con los recursos del cine.