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trivijuan rating:
9
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July 1, 2008
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Los posibles prejuicios que puedan surgir al sumergirse en una película oriental y antigua sobre el mundo de los samuráis, desaparecen al instante, lo que nos deja ver a las claras que el ser humano lo es aquí y en el JAPÓN.
Y más en un cuento sobre la humildad y la ambición, nuestra frecuente compañera de viaje. ¿Qué final podrá tener quien quiere posición para ser? ¿Y el que se cree merecedor de alterados estados placenteros alejados del mundo real?
Fascinante la dirección, principalmente en lo referente a la fotografía y decorados, llamando particularmente la atención la exquisita economía de los espacios. Cine de escuela.
Y más en un cuento sobre la humildad y la ambición, nuestra frecuente compañera de viaje. ¿Qué final podrá tener quien quiere posición para ser? ¿Y el que se cree merecedor de alterados estados placenteros alejados del mundo real?
Fascinante la dirección, principalmente en lo referente a la fotografía y decorados, llamando particularmente la atención la exquisita economía de los espacios. Cine de escuela.
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Spoiler:
El doblaje al castellano –en la versión vista por el abajo firmante- es francamente mejorable como ponen de manifiesto la chirriante expresión “si yo era samurái” y la confusión final entre los nombres de madre y niño en boca del alcalde. Además, palabras como “mierda”, “cabrones” o “cornudo” parecen algo fuera de lugar.
Y para la reflexión, aparte de lo más o menos claro, me gusta un pequeño detalle, quizá inconsciente. Mientras las mujeres tienen mucha más facilidad para el contacto con la realidad (esa barca con remera y madre, y ociosos confabuladores) los hombres son los de los fantasmas en la cabeza. Y al final, lo que hace ser realista al padre, es la voz de una muerta. Curiosa paradoja. Lo preocupante es el bellísimo plano final: el hijo también la siente.
Y para la reflexión, aparte de lo más o menos claro, me gusta un pequeño detalle, quizá inconsciente. Mientras las mujeres tienen mucha más facilidad para el contacto con la realidad (esa barca con remera y madre, y ociosos confabuladores) los hombres son los de los fantasmas en la cabeza. Y al final, lo que hace ser realista al padre, es la voz de una muerta. Curiosa paradoja. Lo preocupante es el bellísimo plano final: el hijo también la siente.