Tras el fiasco del cuarto Bourne sin Bourne y con un Jeremy Renner aburrido llega esta quinta parte de esa gran gozada del cine de acción que es la saga Bourne. Y no solo no sobra si no que es posiblemente la mejor de las cinco. Un prodigio de realización y de interpretación que sorprende, a pesar de lo reiterativo de las tramas, y descarga adrenalina como en la mayor montaña rusa imaginable.
Mat Damon está soberbio en su visita a ese personaje tan especial que tantos buenos momentos le ha dado.
Una de las gracias de esta película es que, a pesar de su parafernalia, te resulta totalmente creíble. Es un personaje a lo James Bond que te crees porque aporta naturalidad y cercanía. Hasta Daniel Craig y con la excepción de Sean Connery Bond no se tiraba al barro y andaba siempre seduciendo a mujeres impresionantes. Jason Bourne no tiene tiempo para escarceos amorosos...su vida no da lugar a las alegrías y eso lo hace creíble. Te quieren eliminar y tu pierdes el tiempo detrás de todas las señoritas sexys que se ponen en tu camino...vamos hombre.
Greengras vuelve a demostrar su dominio del ritmo y del tempo. Los efectos, la fotografía y la música siguen siendo de primer nivel y el reparto que acompaña a Damon es, también, un lujo.
Cuando vas al cine esperando pasar un rato algunas veces te sorprenden con una obra maestra y esta lo es.