Como todo en la vida, depende de los ojos con los que mires y las ganas con que lo veas. Ir al cine se convierte en un acto de amor mezclado con un auto de Fe. Zack Snyder es un director de raza y caprichoso que tiene una legión de seguidores que lo aplauden todo y otra legión de haters que escupen sobre cualquier producto que dirija. Yo no estoy ni en un grupo, ni en el otro. El cine de Snyder depende de las ganas y del momento y en ésta ocasión la he visto dos veces, una en sala de cine y la otra en el sillón de mi casa y en las dos ocasiones he disfrutado porque es visualmente espectacular y me he aburrido porque es previsible y aporta muy poco al género de zombis que empieza a resultar muy repetitivo.
La historia que nos cuenta está ya muy trillada y se hace eterna. Los actores están zombificados y se comportan de forma absurda sin que se pueda considerar un demérito. Técnicamente tiene sus costuras pero merece un aprobado alto.
Sin duda el cine se disfruta más en pantalla grande pero si se está suscrito a Netflix no merece la pena pagar una entrada de cine.