Me han bastado 15 minutos de meadas y cagadas de elefantes a la cámara, y meretrices orinando sobre caras de gordos desnudos para saber que esta película la va a ver Rita.

Me ha recordado al chiste de Tarantino en Desperado: "Que podía mearme en usted, en su cara, en su salón, y que no solo no iba a enfadarse sino que se alegraría". Entiendo pues que la película es una metáfora de cómo mearle la cara directamente al espectador y que encima aplaudamos semejante audacia.

Hasta para epatar y ser "desagradable" hay que tener estilo, y tú, Damián, no eres Scorsese ni esto es el Lobo de Wall Street.

Supongo que Babylon es el intento de un director mimado por quitarse el cartel de "moñas" o "cursi" y así borrar su imagen de niño bien en La La Land o el nervio más bien clásico en Whisplash. Que se vea que también puede ser transgresor, pero con la profundidad y sutileza de un adolescente, arramblando con todo, mostrando hasta la nausea lo que no hace falta mostrar ni recrearse en ello.

Pues bueno, con mi tiempo desde luego no.