La inmigración es la resultante razonable de cualquier ser humano que ante la imposibilidad de poder vivir con su familia bajo unos mínimos adecuados en su país de origen, decide sacar adelante su vida y la de los suyos en otro lugar.

Pese a todo, para algunas culturas no solo emigran con sus maletas, llevan en su interior un pesado lastre, el de su cultura, su religión y sus creencias, muy apegados a sus padres y a sus antepasados intentan vivir plácidamente en un medio turbulento.

Trabajar en un país occidental queriendo comportarse como si aún se estuviera en el país oriental de origen es como querer mezclar el agua con el aceite pretendiendo que la solución final sea homogénea … es algo imposible.

Ken Loach en su línea de denuncias sociales nos presenta de forma brillante esta historia del choque de dos culturas unidas por la misma ciudad en la que conviven pero alejadas en las antípodas de sus propias creencias.