Esperaba mucho más de esta película que no entiendo que haya sido tan aclamada. El audiovisual italiano está repuntando en los últimos años y a mi me entusiasma, pero esta obra del anciano Bellocchio no creo que este a la altura de lo que vienen haciendo los últimos años Sorrentino, Guadadigno, Virzi, Garrone y sobre todo Sollima, por mucho que la hayan llevado de tour por todos los festivales famosos.

Es una obra que pretende abarcar mucho pero aprieta poco. Desaprovecha su largo metraje que dividiría en 3 partes: los antecedentes, el proceso y la nueva vida. Ninguna de esas partes consigue transmitirme lo que debería. La primera debería hacer que me interesase por los personajes, pero no lo consigue y por eso el primer tercio de la peli me aburre y me cuesta entrar. Luego, en el proceso, la cosa mejora un poco pero tampoco aporta demasiado. Es la última parte, la nueva vida, donde sí me llega algo más pero al final se queda a medio camino, no termina de mostrar bien la hondura de estos personajes y estos hechos.

Al final tenemos ante nosotros un pretencioso tratado sobre la mafia y la corrupción que realmente no ofrece nada nuevo, que no saca miga, que se deja ver y tiene algunos contados buenos momentos repartidos a lo largo de la peli pero que no llega a mover nada dentro del espectador, ni a nivel cerebral ni a nivel emocional. La película se asienta sobre una factura elegante (aunque algunas caracterizaciones no están a la altura y cantan un poco), una notable banda sonora de unos de los mejores y más versátiles compositores italianos, Nicola Piovani, y sobre todo en la sólida interpretación de su protagonista, Pierfrancesco Favino, sin el cual esta película perdería el poco poder dramático que tiene. Resumiendo, aceptable pero lejos de ser un film destacable.