Hace tiempo leí un cuento muy corto. De Kafka. En él, un campesino recorría un largo camino hasta llegar a las puertas de la justicia. Ante él, un enorme guardián (así como Bane, con máscara y todo... ) le corta el paso. Mira al campesino y le advierte de que deberá luchar contra él si pretende pasar. No hay soborno que le haga cambiar de opinión, nada la hará moverse, y el pobre campesino, consciente de su inferioridad, se queda frente al guardián, uno, dos, tres días. Toda la vida. Y nunca se atreverá a hacerle frente. Justo antes de morir, una última pregunta para el guardián. "¿Por qué sólo yo he venido a ver a la justicia? ¿Por qué no hay más hombres que se hayan atrevido?" A lo que el guardián responde: "Esta puerta siempre ha estado reservada para ti; la Justicia lleva todo este tiempo esperando a que la cruces. Ahora voy a cerrarla."

Y es eso. Imagino al caudillo de turno de pie frente a las puertas de la Justicia. Ahora parece que están en Wall Street, qué curioso. Igual en vez de un detonador manejan otras cosas como la prima de riesgo. Le dicen al mundo que no merece que la pena, que es mejor esperar a que todo se arregle sentados cada uno en su casa. Y sólo hay que cruzar la línea. Sólo hay que atreverse a saltar, a levantarse, a no bajar los brazos; lo que sea. Cualquiera puede hacerlo.

El problema es que no siempre lo hace la persona indicada.