Puede que mis prejuicios fuesen demasiado positivos, pero después de leer durante años a los otakus poniéndola por las nubes, no ha saciado del todo mis espectativas.

Parte de una idea original para los que no estamos acostumbrados a consumir anime, si bien no tanto entre los patrones japos que siempre giran en torno al mismo tema: mitología oriental y espíritus de la naturaleza son una constante a lo largo de la filmografía Ghibli. Aunque teniendo en cuenta que estamos ante una de las pioneras del estudio, no sería justo achacarle esta falta.
Guión bien ejecutado pero muy plano, es decir, lo que cuenta lo cuenta bien, pero se echan de menos subtramas y giros argumentales que amenicen la historia.
Escenarios deslumbrantes como de costumbre, y un par de secuencias que brillan por su belleza, el escondite en el árbol y el vuelo nocturno cual Peter Pan versión oriental.
Personajes cuya psicología y diseños están cortados por el mismo patrón que el resto de protagonistas Ghibli: hermana mayor responsable y ama de su casa y niña pequeña hostiable, como el resto de sus homónimas, debido en parte al doblaje. Por contra es genial la gama de personajes fantásticos a cual más entrañable: el gato-autobús, Totoro y sus miniyos, etc, pero cuesta ver la interrelación entre el eje de la trama, uséase el problema personal de la familia y el papel de éstos, que en ciertos momentos parecen metidos con calzador.

No es lo mejor de Ghibli ni de lejos, pero voto buena por ser fan incondicional de la escuela y por el mérito de haber sido precursora de futuras obras maestras como Mononoke o Chihiro.