Escritor huraño amante de los perros acosado por editor para acabar ese libro que el síndrome del folio en blanco mantiene atascado, adquiere por Internet un travieso e hiperactivo perro collie que en principio solo parece añadir desorden y desconcierto a su caótica y misántropa existencia, escritor experimentando algún cambio en su singular personalidad a través del conocimiento de las singularidades de esa inquieta raza, mientras intentaba primero cambiar y luego comprender las continuas trastadas del collie, y escritor saliendo de la experiencia con un libro acabado bajo el brazo.

HBO produciendo, Jeff Bridges como el escritor, y un precioso collie protagonizando deliciosas escenas perrunas (al menos para un amante conocedor de los perros como el que esto escribe); con estos mimbres, a cualquier amante del cine mínimamente informado se le hacen los dedos huéspedes esperando una función más que interesante, pero lamento profundamente informarles que estamos ante una historia aburrida, plagada de lagunas de guión, y comportamientos supuestamente abundantes en simbolismos, que quizá a los acostumbrados a encumbrar como hallazgo todo aquello que huela a gastada metáfora les valga, pero que a mi (rendido admirador de prácticamente todo lo firmado por HBO, y del gran Jeff Bridges, y casi un saco de lágrimas cuando hay perros de por medio) me ha supuesto una profunda decepción que se me quedara instalada en la memoria como esa excepción que confirma la regla en cuanto al resultado cinematográfico habitual con tan atractivos mimbres.