Una familia vive recluida en una cabaña de madera en mitad del bosque. La repentina y extraña muerte del abuelo y el pánico a salir al exterior de la casa por el miedo a lo que habrá más allá hará que todos los habitantes vivan en una continua y permanente tensión.

El veinteañero y texano director Trey Edward Shults escribe y dirige una película que por su promoción y secretismo apuntaba a ser una de las revelaciones del verano y un auténtico sleeper (éxito inesperado en taquilla). Pero ya desde el trailer se nos engaña absolutamente con la trama y la película acaba siendo un truño, o lo que viene siendo lo mismo que un auténtico coñazo en toda regla. Pasé más miedo en la butaca con mi novia por ser los únicos espectadores de toda la sala, y de vez en cuando me giraba para sorprender a algún fantasma imaginario o alguna sombra con forma extraña, que el miedo real de lo que estaban viendo mis achinados ojos. Un auténtico bluff y un engaño para mi bolsillo y más siendo en un viernes día del estreno. No se nos explica nada de lo que pasa hasta bien avanzado el metraje y uno se espera ver una de miedo al uso pero se encuentra con un pasillo alargado que acaba en una habitación al fondo empapelada de plásticos…y ahí se acaba todo. El bueno de Joel Edgerton nunca se habrá visto en otra igual con máscaras y a lo loco. Sólo una idea se salva de las pocas que flotan en el ambiente: una vez que pierdes a tus seres queridos más cercanos, poco queda ya por hacer en este mundo.

Sacapuntas de oro: Para los que les de igual cesta que ballesta con tal de que sea una película en color, con diálogos y oscuridad. Sólo el personaje de Kelvin Harrison Jr. me produce algo de sobresalto…habrá que seguirlo con lupa.

Sacapuntas de madera: Que nada sea lo que te esperas negativamente hablando. La escena del perro ya la hemos visto hasta la saciedad. Es tan pretenciosa que te decepciona a cada minuto. El papel de la madre pinta menos que el peine de un calvo.

Nota: 1 Sacapuntas.