Los espectadores, generalmente, no somos tontos. No necesitamos que nadie decida por nosotros lo que debemos ver. Así mismo, creo que somos capaces de decidir, sin ningún tipo de ayuda, si una película nos ha parecido buena o mala. Siguiendo esta regla de tres, los espectadores también somos capaces de expresar nuestra aprobación y rechazo ante según que formas de expresión. Si uno entra a una galería de arte y observa un pegote de caca esparcido sobre una loseta blanca, es muy probable que el autor de tan maravillosa expresión artística sea desaprobado por la gran mayoría del público. Pero siempre, siempre, defenderé el derecho del artista a exponer pegotes de caca en losetas blancas si así lo desea, de la misma forma que siempre defenderé el derecho del público a aceptar o rechazar lo que están viendo.

¿Qué quiero decir con esto? Muy Sencillo. A Serbian Film no me ha parecido una buena película. Yo puedo decir esto porque, ejerciendo mi libertad como espectador, decidí verla.

Vayamos a los hechos. En un lamentable debate televisivo en el programa supuestamente progre “Las Mañanas de Cuatro”, se acusó a esta película de exponer material delictivo. Así mismo, el entonces director del festival de Sitges, Ángel Sala, fue vapuleado y recriminado por permitir la exposición de la película en dicho festival. Uno de los momentos mas lamentables fue cuando un tonto del haba que está sentado en la mesa de debate, compara el material pedófilo que requisa la policía en Internet con las imágenes de la película que ni siquiera ha tenido la feliz idea de ver por si mismo. Querido señor tonto del haba: arrancar la cara a bocados a una persona también es delictivo, pero “El Silencio de los Corderos” es una película que está de puta madre. Una representación, en la cual nadie es verdaderamente agredido, donde su principal exponente es un muñeco de látex, que encima está mal hecho, nunca puede ser un delito, señor pedazo de tonto del haba. (En el Spoiler no revelo nada).