El actor y director Clint Eastwood que en los últimos años nos ha deleitado con verdaderas obras de arte del cine, también tiene films considerados por la crítica como “menores”. También se dice que Eastwood realiza estas concesiones a la taquilla para conseguir sacar adelante otros proyectos más personales.

En cualquier caso, Eastwood sabe manejar todos los elementos de la historia para conseguir enganchar al espectador, aunque sea un film realizado “a medio gas”. La trama ya nos engancha desde el principio: Terry McCaleb (el propio Clint) es un policía que se ha visto obligado a retirarse tras sufrir un trasplante de corazón. Sin embargo, al enterarse que el donante que le proporcionó el corazón fue asesinado y la policía no ha resuelto su crimen. Las pistas le llevarán tras el mismo asesino que estuvo buscando antes de sufrir su peculiar percance.

Eastwood, sin un gran despliegue de medios, realiza un film efectivo (alejado de escenas espectaculares), bien apoyado por el guión, con lo que con muy poco sabe sacar partido de todos los elementos que integran el film, y realizar un film correcto, que aunque no llegue ni de lejos al nivel de otros films suyos, si que factura un film de mejor calidad que los que nos tienen acostumbrados de temáticas similares. Sin duda Eastwood es último de los directores clásicos, y esto se nota tanto en sus obras mayores como en sus obras menores.