Vamos a ser sinceros.
Pecado original no es una buena película. De hecho, es bastante deficiente en muchos aspectos, y especialmente en su trama, que no puede ser más delirante, hasta el punto de que da hasta risa en ocasiones con tanto giro argumental, "sorpresa", curas, cárceles, venenos y todo tipo de maldades rarunas. Es verdad también que su erotismo es tan, tan, tan apasionante como el de 50 Sombras de Grey, para que se hagan una idea.
Sin embargo, hay que reconocer que, pese a todos sus fallos (la carrera de Michael Cristofer jamás se ha recuperado de este batacazo, pese a haber empezado con buen pie con el telefilme Gia, que puso en el mapa a una entonces desconocida Angelina Jolie, que estaba maravillosa, por cierto), la cosa entretiene, de puro absurda y alocada que es. Además, creo que la crítica se cebó injustamente con Antonio Banderas y la mencionada Jolie. Ninguno de los dos estaba en su mejor momento interpretativo en aquel momento (y eso que ella acababa de ganar el Oscar, pero ya saben... la maldición del codiciado premio. Jolie fue incapaz de hacer una buena película en años, salvo honrosas excepciones), y tampoco es que tengan muchísima química, por mucha escena de sexo calentorro que les hayan escrito, pero por lo menos saben en qué clase de película están y otorgan algo de dignidad a unos personajes bastante estereotipados.
En definitiva, una película malilla, sin duda, pero con cierta capacidad para convertirse en un placer culpable.
¡Ah, por cierto! El título de este comentario obedece a algo que le ocurre al pobre Luis, el personaje de Banderas. Ya saben el dicho, ¿no? Que tiran más dos... pues eso.