Bette Davis. Joan Crawford.
Joan Crawford y Bette Davis.
Sin duda, una de las rivalidades más legendarias de la historia del cine, solo igualada, quizás, por la de las hermanas Joan Fontaine y Olivia de Havilland.
Nunca sabremos si ¿Qué fue de Baby Jane? hubiese sido lo mismo si las dos actrices no se hubieran odiado como se odiaban, o si el resultado habría sido tan extraordinario, pero la película que nos legó Robert Aldrich, tal cual la hemos conservado, es una joya.
Se suele resaltar la crueldad de la historia y del guion, que es soberbio, y es cierto, pero se trata de una crueldad, además, sibilina, que juega con el espectador, que le hace preguntarse si realmente las cosas son como las vemos, si Jane es el monstruo desquiciado que parece ser y si Blanche es verdaderamente víctima de su hermana. ¿O quizás es al revés? ¿Quizás ambas están atrapadas en una relación profundamente tóxica fruto de sus propias obsesiones, frustraciones vitales y, por supuesto, problemas mentales? Con todo eso juega magistralmente el texto escrito por Lukas Heller. A pesar de que el metraje es un tanto excesivo y se alarga en demasía unos diez minutos, el espectador permanece con los ojos pegados a la pantalla, completamente horrorizado y fascinado a partes iguales con esta mezcla de drama, thriller e incluso cierto terror que propone el realizador de Doce del patíbulo.
Pero, desde luego, la joya de la corona son ellas, Davis y Crawford, cada una en su estilo. La oscarizada intérprete de Jezabel está sencillamente espectacular, histérica, aterradora, decadente, pero sin pasarse ni un pelo ni caer en muecas y exageraciones. Habita en Jane de una manera impresionante que debería estudiarse en todas las escuelas de interpretación. Crawford, por su parte, tiene quizás el personaje más difícil de los dos, porque es el que más cosas esconde y no dice, y sencillamente lo borda. Su tercio final es sencillamente apoteósico.
Un testimonio cinematográfico maravilloso de cómo se escribe un gran thriller y del talento de dos de las mejores y más superdotadas actrices de la Historia del Cine. Bendito odio.

Lo mejor: Davis y Crawford, absolutamente soberbias, y la tensión y crueldad que desprende el guion maravilloso que recitan semejantes actrices.
Lo peor: Es quizás demasiado larga. Podría haber sido algo más corta.