Otro gran ejercicio de intriga del máster Hitchcock, aunque pienso que las tiene mejores que ésta, no caben dudas que incluso lo peor que pudiera salir de la mente de este genio eran grandes obras por encima de la media.

Como siempre lo que resalta en el cine de Hitchcock es el detallismo; pequeñas cosas como las botellas de champagne, el año de la cosecha de los vinos, la falta del polvo en la botella, y un largo etcétera; son las que sumadas dan como resultado un guión y un relato verosímil pese a que en un principio pudiera parecer la chorrada más grande: espías en Brasil siguiendo la pista de un alemán con un extraña bodega.

Quizá en esta oportunidad faltan más sorpresas en la trama, que por otra parte, prefiere detenerse más en la parte romántica. Pero lo que Hitchcock no te da por un lado, te lo da por el otro, porque su cámara juega de forma magnífica, las subjetivas durante la borrachera de la Bergman son geniales. Por cierto lo bien filmada que está la escena de la carretera demuestra que lo de "Intriga internacional" (1959) era a propósito.

Probablemente el maestro nunca haya tenido unos cómplices más capaces que Grant y Bergman. Él es un galanazo enamorado que intenta poner el trabajo por encima del amor. Y ella es una mujer resentida que acepta el encargo primero por amor y luego por despecho. Mención aparte merece el estado de ebriedad de la sueca, muy creíble.

Otro cómplice del panzón fue el scorista, una BSO con buenos momentos, y que se destaca sobre el final generando un ambiente de tensión que incluso supera al trabajo de montaje.

Como curiosidad, nuevamente aparece en un film de Hitchcock esa obsesión del hijo sobreprotegido. En este caso tenemos al alemán como pelele cuya madre dominante no aprueba ninguno de sus noviazgos y pretende deshacerse de sus posibles nueras.

Lo mejor: la dirección detallista y la dupla protagonista.
Lo peor: no tiene tantos giros narrativos como acostumbra ofrecer Hitch.