En esta película Estwood vuelve al género que lanzó su carrera (western) pero esta vez tanto delante como detrás de las cámaras; mostrándonos su gran sensibilidad, con este western atípico donde importan más la palabras que las balas.

Un western donde los malos son los buenos y los buenos son los malos , donde los personajes juegan con su pasado para hacer agradable su presente; momento en el que la percepción de sí mismos aflorará mostrándoles su verdadera naturaleza y lo equivocados que estaban con sigo mismos. Todo ello envuelto en un lenguaje visual correcto que busca y encuentra la belleza estética sin excederse y sin caer en la pretenciosidad. Estando la altura de un guión al cual no estaría de mas hacer una reverencia ya que perfila a todos sus personajes con una enorme aura de naturaleza humana y sin dejar ninguna duda sobre su personalidad.

Y para redondear más este film, se nos brindan unas interpretaciones sinceras por parte de todo el reparto, sin destacarse unos más que otros a nivel interpretativo.

En definitiva estamos ante una película con verdadero sabor a western, ya que cuenta con el toque de un chef del que no se podía esperar menos . Una vez más Eastwood nos sorprende con su crudo universo, lugar donde nunca escatiman las más profundas emociones humanas.