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Luis Guillermo Cardona rating:
10
Drama Andrew Crocker-Harris, "The Crock" as his students call him, knows he isn't loved like the fictional Mr. Chips, but in the span of just over a day he is forced as Robert Burns would say, "to see ourselves as others see us." Michael Redgrave, the father of the British theatrical family and himself a former schoolmaster, brings a quiet resolve to the role of a man coming to terms with the failure of his life. His much younger wife, Jean ... [+]
Language of the review:
  • es
September 14, 2012
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“Los viejos siempre serán jóvenes para aprender una buena lección”, dice Corifeo en la tragedia “Agamenón” del dramaturgo griego Esquilo (525-456 a. de C.). Y bien podría ser que, de esta frase, parta la obra del también dramaturgo y guionista inglés, Terence Rattigan, a quien algunos quizás recuerden por sus posteriores créditos en títulos importantes como “Mesas separadas”, “El príncipe y la corista” o “Adiós, Mr. Chips” (1969), entre otros.

Mientras transcurre la película “LA VERSIÓN BROWNING” (título alusivo a la traducción que, de la tragedia de Esquilo, hizo el poeta y también dramaturgo Robert Browning, la cual tendrá un importante significado en la historia), me preguntaba si además de la versión en latín, útil para las clases del profesor Andrew Crocker-Harris, habría otra relación dada la relevancia que el “Agamenón” adquiere en este esplendoroso y conmovedor drama en el que, Rattigan, de nuevo nos seduce y embarga con esos pulcros, elegantes y bien construidos diálogos.

Y tras haber releído esta pequeña tragedia que habla de las atrocidades cometidas por el miedo y de los crímenes que se asumen luego por lo que se cree es justicia, compruebo que, además de que contiene -con una ligera variante- la frase consignada por el alumno Taplow en su libro de regalo: “Dios, desde la distancia, mira con complacencia al buen maestro” (que en la obra es “La divinidad mira con complacencia al que gobierna con dulzura”), también puede deducirse una suerte de comparativo entre la manera violenta de dirimir los asuntos afectivos en épocas remotas, y la manera conciliatoria y civilizada como pueden llegar a resolverse en la cultura del siglo XX.

En este particular, el filme dirigido con maestría por Anthony Asquith, redondea en el personaje del profesor, a punto de retirarse por estar aquejado de una delicada enfermedad, una figura que conmueve e impacta con su humildad ante la crítica, su temperancia ante el engaño, y con esa solvencia intelectual que lo hace firme y riguroso, pero no excluyente de valiosos sentimientos ni de aprecio por sus alumnos.

Imposible perderse la perfecta interiorización que con su rival, el también profesor Frank Hunter, sostiene el profesor Crocker-Harris -llamado por el rector como “El Himmler del quinto inferior” (¿por qué se afectaría tanto con estas palabras?). Y en general, el filme desborda un entendimiento humano de primera línea que, seguramente, nos aleccionará por viejos que ahora estemos.

Memorable la interpretación de Michael Redgrave (merecido ganador en el festival de Cannes), quien consigue extraer el alma de su personaje para fusionarla con la suya. Necesario tomar en cuenta aquella frase que él mismo olvidó mantener en práctica: “Se enseña más con buen humor que con excesiva formalidad”. Nuestro reconocimiento también a Jean Kent, Nigel Patrick y Wilfrid Hyde-White, con cuya presencia se redondea un filme brillantemente actuado, y desde cualquier punto de vista, realizado con la mano de un maestro.
Luis Guillermo Cardona
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