En unos años en que el ya consolidado cine comercial empezaba a invadir las salas con películas que acabarían formando parte del recuerdo como colectivo “En Busca del Arca Perdida” (Raiders of the Lost Ark, 1981) o la saga de “La Guerra de las Galaxias ” solo por poner ejemplos jugosos como imborrables, aparecían otros productos más o menos modestos pero que algunos incluso llegaban a alcanzar unos presupuestos de connotaciones dignas de unos grandes estudios, pero que a pocos años de que la era digital y la innovación en el campo de los efectos especiales gracias a la informática, el cartón piedra a lo Exín Castillos intentaba sobrevivir a la pantalla azul, dueña actualmente del cien por cien de los platós de rodaje.

Peter yates (pionera en poner en tensión al público gracias a su adrenalítica pieza de neo-noir “Bullitt” (1968)) no era un director idóneo para rodar una cinta de Ciencia-Ficción con dosis de espada y brujería y aventuras medievales a lo Robin Hood en plan galáctico. Pero finalmente aceptó éste proyecto que culmina con un sucedáneo de elementos y situaciones adversas en forma de film itinerante cuyo único objetivo de sus protagonistas es recuperar un reino perdido a causa de la llegada de la Bestia, desde el espacio exterior aterrizando al mundo de Krull, orbitado por dos soles (¿Os suena de algo esto?).

Entre la mitología de Jorge y el Dragón queda referenciado en un argumento donde el príncipe Colwyn (interpretado por Ken Marshall) va en busca de la capturada princesa (Lysette Anthony) con ayuda de una nutrida expedición que van desde un grupo de bandoleros (entre ellos están unos desconocidos Robbie Coltrane y Liam Neeson), un bufonesco mago (David Battley) a un imponente Cíclope (Bernard Bresslaw).

“Krull” nunca llegó a promocionarse como era debido, aunque sorprendía vistosamente por su planteamiento y, tal como apareció, se desvaneció de la chistera de la taquilla. Como una estrella fugaz, que brilla pero desaparece, y sin tiempo a disfrutarla bajo el eclipse de éxitos como “El Retorno del Jedi” (The Return of the Jedi, 1983) o incluso la posterior “La Princesa Prometida” (The Princess Bride, 1986), films que le han hecho muy mala sombra. El tiempo, que dicen lo cura todo, no lo hizo con la cinta de Yates. Una lástima reservada para los nostálgicos de pro.