“El Piano” se trata, sin lugar a dudas, del film más conocido de Jane Campion, autora neozelandesa que deslumbró en diferentes festivales con “Un Ángel en mi Mesa” (An Angel at my Table, 1990) y que posteriormente na descrito una carrera irregular con títulos como “Retrato de una Dama” (The Portratit of a Lady, 1996) o “Holy Smoke” (1999).

Tal vez sea la harmoniosa banda sonora de Michael Nyman; un delirio para todos los sentidos lo que catapultó la popularidad de una película que narra la estrecha relación de una mujer, Ada McGrath, prisionera de su destino y enviada por conveniencia a las antípodas para esposarse con Alistair Stewart (Sam Neill) un hombre al que no quiere ni ha visto nunca. Con la complicidad de su pequeña hija Flora (Anna Paquin) y sin dejar de pensar en su inseparable piano, allí, perdido en la playa hará todo lo posible para estar con el único instrumento que la hará feliz. Poco sabemos del pasado de Ada, aunque se desmarca del perfil de mujer victoriana: solo está con su piano para comunicarse con su felicidad, sellada bajo su rostro y que solo comparte con la música y con su propia hija.

Un hogar desconocido, unas nuevas caras y la presencia de un ayudante del marido de Ada, George Baines (Harvey Keitel) que quedará prendidamente enamorado de ésta dispuesta a no dejar escapar el piano, que forma parte de su alma. Sus encuentros también serán la razón por la cual Ada no querrá desprenderse más de su piano, que el Baines custodia con el fin de seducirla.

Con una excelente fotografía (la escena del desembarco en la playa castigada por las olas queda en la retina) se elabora ésta bella historia de amor feminista en que una joven Anna Paquin de once años (aunque aparenta menos) logró el Oscar a la mejor actriz secundaria, entre los que destacaban mejor actriz, paras Hunter, y guión original escrito por la misma directora.