Amable y comprensible comedia romántica con elementos fantásticos rodado por Alan Rudolph (Roadie; Elígeme) y que, por tratarse de ser uno de sus filmes más digeribles debido en parte a una línea argumental sólida, no contó con el apoyo de la crítica que preveía un cambio de estrategia del director de a un tipo de películas atractivamente más comerciales y que se desmarcaba de su sello que le llevaba a contracorriente; línea contraria adoptada por colegas generacionales como Brian De Palma, Michael Cimino o Steven Spielberg.

El reparto tampoco es muy significativo: tenemos a Timothy Hutton (Gente Corriente) y a una Kelly McGillis (Único Testigo) cuya carrera empezaría a decaer. Ambas estrellas no han alcanzado las cotas de popularidad y se han quedado en la cola o se han perdido para siempre en el olvido. Aunque ganara el Oscar al mejor actor de reparto con “Gente Corriente” (Ordinary People, 1980) de Robert Redford, se hubiera codeado con actores como Sean Penn o Tom Cruise en “TAPS; Más Allá del Honor” (1981) de Harold Becker o interpretara en España el thriller de Daniel Monzón “La Caja Kovak” (2006), su trayectoria no ha sido muy fructífera. El caso de la Gillis era más de reclamo que de carisma: siempre quedará como la sexy instructora de vuelo en “Top Gun” (1986) de Tony Scott que la eclipsó de papeles más serios en thrillers tan aclamados como “Único Testigo” (Witness, 1986) o “La Casa de Carroll Street” (The House on Carroll Street, 1987).

Los dos actores interpretan a dos almas separadas por el destino entrecruzado de la Muerte. En un “más allá” escenificado por sus sueños e ilusiones, ambos se conocen para separarse una vez reencarnados de nuevo en el mundo de los vivos. Sensacional tema “We Never Danced” con composición y letra de Neil Young.