Esta película tiene infinitos puntos positivos:

-El diseño artístico. Fijaos por favor en lo bien elegidos que están los colores, siempre tendiendo, o resaltando, el amarillo o el naranja. También en los pequeños detalles como que la chica lleve siempre un parche en el ojo a juego con sus modelitos. ¡Fijaos también en el vestuario! ¡En el anciano del principio que es el típico campesino de película sueca convertido en violador de niños! ¡En los excelentes paisajes! ¡En los interiores! ¡En todo!

-El ritmo. La película es lenta, es muy lenta. Pero está hecho a propósito. De esta manera, sufres más. De esta manera, te metes en la cabeza y el sórdido mundo de la protagonista y sólo deseas una cosa: escapar, que todo termine, que llegue el “final feliz”.

-Los tributos al spaghetti western, a Buñuel, a los cómics, al cine de coches, al cine de artes marciales, etc. Sin esta joya, posiblemente Kill Bill no existiría y Tarantino sería muy distinto.

-La dirección: Fijaos en lo bien hechos que están los planos seguimiento. En lo bien que sale la señorita Lindberg. En que las escenas de sexo explícito, probablemente el más explícito en una cinta de estas características, no te excitan, sino más bien todo lo contrario...

-La prota es muda. Si hablase, no podríamos meternos en su cabeza del modo en que lo hacemos.

-El mal rollo. Toda la película es mal rollera. No tiene ni un sólo momento de felicidad, de descanso. Estás durante toda la obra en tensión... Y de ahí que esté tan bien elegido el ritmo lento porque acabas desesperado, acabas medio loco. De hecho no son casuales...

-Sus escenas violentas. Las vemos en cámara lenta. Vemos desde que sale el tiro hasta que impacta en el humano de turno. Vemos la sangre. Vemos cómo se retuercen. Estamos fuera de control, estamos visionando una violencia cruel y despiadada. De alguna manera somos cómplices, como en Funny Games de Haneke. Sólo que en el caso de esta peli sueca... ¡Deseamos ser cómplices!

Ahora mezcladlo todo y estaréis ante una de las mejores películas de los 70 y posiblemente de la historia. Muchos no van a reconocerlo, o no van a aceptarlo, porque son seguidores, sin saberlo, del cansino y aburrido cánon. Pero es que “They call her on eye” busca todo lo contrario, busca ser rompedora. Casi 40 años después, sigue impactando y molando.

No es apta para los que únicamente saben apreciar y valorar Padrinos, Kubricks y Ciudadanos KAne, sino para los que disfrutan de todas las posibilidades del cine.