Llámenme maniqueo, pero creo que la dualidad está firmemente asentada en la experiencia humana.
Es más, me atrevo a afirmar que el ser humano necesita al menos dos polos opuestos para poder comprender su realidad.
Evidentemente, luego en la práctica, existe un infinito tapiz de grises, pero es esencial, al menos en primera instancia, teorizar sobre los dos extremos que los generan.
Tras esta pequeña introducción filosófica de carácter personal (por la cual pido disculpas, pero creía necesaria) pasaré a comentar lo que considero una de las películas más estimulantes de la filmografía reciente.
Cisne Negro trata sobre la historia de una bailarina de ballet llamada Nina (Natalie Portman), consagrada a su arte.
Vive en una burbuja que la mantiene al margen de los vicios mundanos, y su afán no es otro que la búsqueda de la perfección a través del control y la técnica.
Este virtuosismo la convierte en una candidata perfecta para encarnar al cisne blanco en uno de los ballets más celebrados de la Historia, El Lago de los Cisnes.
Sin embargo, para el nuevo director de la compañía de ballet (Vincent Cassel) esto no resulta suficiente.
La nueva reina cisne debe aunar las cualidades del cisne blanco y del cisne negro. Esta circunstancia obligará a Nina a bucear en lo más oscuro de su alma para poder liberar al cisne negro que anida reprimido en su interior.
La historia de una dolorosa metamorfosis , en la cual un alma pura es torturada por tensiones opuestas irresistibles, las cuales acaban haciéndola sucumbir a los placeres exuberantes de la vida y los impulsos primarios más oscuros.
Es, en definitiva, la búsqueda de la perfección a través del caos.
La actuación de Natalie Portman es el alma de esta película y su actuación es digna de todo reconocimiento. Una catarsis intensa y sobrecogedora, que probablemente constituya el mayor logro de su carrera cinematográfica.
También merece la pena destacar del film la buena actuación de Vicent Cassel, su inquietante atmósfera y la soberbia dirección de Aronofsky, que obsequia al espectador con fabulosos planos secuencia que bajo la piel de Nina.
A pesar de saberse deudora de otras muchas (Perfect Blue de Satoshi Kon por ejemplo) esta película posee entidad y fuerza suficiente para pasar a engrosar las filas del mejor cine jamás filmado.
No la deje volar, le dejará la piel de cisne.