Suelo acudir siempre a una sala llena de público veterano, alejado de las palomitas o el fastfood en sesión vespertina. Personas con bagaje cinematográfico y toques de 'gauche divine'. Ver junto a ese target películas de autores arriesgados como Almodóvar es un gustazo, me encantaría hacer un corrillo como los de La Campos al final.

El caso es que esta vez pasó algo extraño, mientras el bisturí tomaba recorrido a lo largo de la película yo me sentía muy incómodo, molesto, 'rayado'... mis vecinos de butaca reían mientras yo me revolvía en mi asiento.

Y es que 'La Piel..'. puede convertirse un filón para una "Spanish Movie 2" - y bien tiene de caricaturización - pero sería una pena que obviáramos el fondo y nos quedáramos en las gasas que dan forma a este cuerpo cinematográfico valiente en estos tiempos de mesura.

La película ofrece un debate ético serio pero se envuelve a la par peligrosamente de emociones que en esta década tan políticamente correcta nos resultan grotescas y ajenas. Por tanto uno puede sentarse en la butaca como yo, esperando un Almodovar trascendental, o como mis magníficos y cultivados vecinos, esperando un Almodovar previsible.

Y entre lo trascendental y lo previsible unas actuaciones que no convencen del todo, pero - y ahí está el mérito - con unos personajes arrastrados en un guión diabólicamente complejo. La historia está por encima de ellos, y por debajo. - "Mezcla mucho" - decía mi veterana vecina de butaca. Ahí está el éxito de "La Piel..." , su lenta digestión. Elijan aliviarla con un almax, o déjenla reposar, pero cuidado: puede hacerse pesada.