En esta película el guión es todo.
Una aldea donde no hay niños, solo gente mayor, muy religiosa, las personas mas puritanas de la tierra, todo por y para Dios, nada de placer, de sentir, de disfrutar la vida. Todo cambia cuando llega Babette y es hospedada en la casa de dos solteronas muy adultas que renunciaron a todo por el señor, por la vida sana, sin pecados, como si eso fuera un pasaporte al cielo. Babette es una cocinera profesional que decide alejarse de su vida para recluirse en la paz absoluta pero sin abandonar su arte, su placer, ese que a un artista le llena el alma. Cuando comienza el banquete afloran todos esos sentidos, imposibles de reprimirlos. Todo con un toque de comedia muy sutíl, la parte mas dramática si se quiere, es el personaje de una de las hermanas que recibe esa noche a un invitado muy especial, un hombre al que dejo escapar en su juventud y al que ahora en su rostro podemos apreciar su tristeza y angustia por haberlo dejado, cuando se permite disfrutar de una buena cena y un rico vino, es cuando se empieza a dar cuenta de la vida perdida, de los años de felicidad que no pudieron ser por su fidelidad al de arriba.