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Spain Spain · Madrid
Barfly rating:
9
Drama Neddy Merrill has been away for most of the Summer. He reappears at a friends pool. As they talk, someone notices that there are pools spanning the entire valley. He decided to jog from pool to pool to swim the whole valley. As he stops in each pool his interactions tell his life story.
Language of the review:
  • es
February 8, 2010
46 of 75 users found this review helpful
Pues sí, me cago en san dios, arriba las manos, arriba los pubis, arriba los whiskeys, esto es un escándalo.

Motta, irritantemente tibio con su 7, acaba de confirmar que sus nubes de hachís deben de estar ubicadas, más o menos, en el mismo sitio que los triunfos coperos del prostíbulo que anima; esto es, lejos, lejísimos. Efectivamente, el fan de Anthony Perkins ha emulado a Gregory Peck con asombroso tino, definitivamente ha puesto el Rioja en la llaga: esta taladradora llamada El Nadador, aunque data de 1969, es más atómicamente 70's que el debut de Montrose y que el cipote de Sidney Lumet.

Es cierto, no obstante, que su realización y su aparente banalidad remiten a la década de Yellow Submarine, cuando Mr. Sonrisa Política aparece marcando paquete, exultante y surcando aguas. Pronto, no obstante, y si uno presta la concentración que el gorras negaría a una rueda de prensa de Adolfo Aristaráin, una cierta inquietud sobrevuela el paisaje, un brote psicótico asoma de la mirada entusiasta de Mr. Sonrisa.

Y, tras enunciar su quijotesco proyecto, y cuando la película, quizá con poca sutileza pero con una eficacia y un poder hipnótico verdaderamente indiscutibles, levanta las cartas, por el amor de dios, se confirman las sospechas: ahí nacen los putos 70's, ahí vemos al temible burlón despeñarse, convertirse en objeto de chanza, en semilla del diablo. Aquí, por cierto, conviene romper mil lanzas y un misil nuclear en favor de la tonelada de matices que imprime nuestro ídolo a su personaje; por dios, qué bien envejeció este acróbata, con qué garbo supo cambiar los triples saltos mortales por los maratones de melancolía.

Así, lo que aparentaba ser un vasito de mosto, se convierte en un tanque de ginebra y, mientras los nubarrones y la tormenta suplen al sol en los cielos y Mr. Sonrisa deja progresivamente de anunciar Colgate, nos damos cuenta de su enajenación, de su desubicación, de su mundo de nostalgias, frustraciones y molinos.

Efectivamente, mientras Mr. Sonrisa comienza a sangrar, a encajar humillaciones, a vislumbrar su destino y a pedir a gritos una cruz, en algún lugar del mundo Iggy Pop ladra Feel Alright y Travis revienta una televisión, no me cabe la menor duda. Porque la recta final de esta película es de lo más perturbador, asfixiante y desesperanzado que he visto en mi vida, con Mr. Sonrisa dándose de bruces con la realidad, empalado en la cuneta y, efectivamente, musitando "Soy Mr. Sonrisa Política, y soy del Atlético de Madrid".

Soy consciente de que una filmación más potente hubiera redoblado aún más la intensidad de la película, y que no puede impedir algún que otro paso en falso, pero demonios, qué puede haber más emocionante y épico que una imperfección bella, que una desafinación llena de emoción, que una petaca quebrada, que un zurdazo estampado en el poste y que acabe besando con suavidad una red.

Apoteósica.
Barfly
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