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TOM REGAN rating:
3
Language of the review:
  • es
January 28, 2019
3 of 8 users found this review helpful
06/06(08/01/19) Caótica y penosa última comedia dirigida por Jerry Lewis, que vino a demostrar que los tiempos avanzan pero el cómico estaba estancado en los 60 con un humor caduco que va entre lo inane y lo de vergüenza ajena. Protagonizada por supuesto por Lewis, ante un estreno restringido se vio que la película iba a ser un desastre en taquilla y recibió una distribución limitada en los Estados Unidos, pasando rápidamente a las estanterías de videoclub, aunque en Europa si fue un relativo éxito en cines. Escrita por Lewis junto a Bill Richmond (“El profesor chiflado”), derivando en un devenir de viñetas mal cosidas a un argumento burdo en el que los gags inconexos se van sucediendo de forma bufa, suicidios que terminan con colapso de edificios, se resbala de suelo encerado y de sillones plastificados, monta en un avión-galera, visita a gurús que no quieren anestesia en operaciones, es atendido por un psiquiatra que es atacado sin venir a cuento por una araña gigante, y más disparates, donde la astracanada supera con mucho al ingenio. Un tipo de humor redundante, casposo, que nace envejecido y rancio de solemnidad. Quedando un producto únicamente recomendable a incondicionales del cómico de New Jersey. Originalmente llamada Smorgasbord, los distribuidores volvieron a titular la última película de Jerry con el nombre genérico, Cracking Up. Incluye muchos camafeos, entre ellos Sammy Davis Jr., Dick Butkus, y Milton Berle.

Conjunto desordenado de set-pieces hilados por el protagonista Nefron (Jerry Lewis) que intenta superar sus fobias y depresión frente a un psiquiatra, Dr. Jonas Pletchick (Herb Edelman), para intentar llegar a la felicidad. Arranca el film dejando patente la clase de humor al que vamos a asistir, con Nefron intentado suicidarse de varios modos diferentes y fracasando de modo previsible, hasta que cuando intenta ahorcarse arrastra en su caída el edificio entero, que ingenioso (ataque de cinismo). Luego pasamos a un interminable número de Nefron intentando entrar y sentarse en una consulta donde todo 8sin saberse el motivo) resbala, desde el encerado suelo al vinilado mobiliario. La consulta empieza y saltamos anárquicamente al SXV en Francia; Hay unb programa antitabaco con un cinturón castigador; Hay otro tramo en un museo donde Nefron enciende un cigarrillo sobre una escultura; Hay un robo en un banco que acaba en un baile de Broadway; Viaja en un avión algo más que Low-cost (“Aterriza como puedas” agotó los chistes de los aviones); tiene un encuentro con gurú del Himalaya; un sheriff caricaturesco sureño con problemas para quitarse los guantes, y más desatinos. En desarrollo atropellado, que se pisa, sin medida del tiempo del humor, alargando sketches sin sentido, pues cuando llega el golpe para la sonrisa ya el espectador sabe lo que va a pasar y no te deja ni una mueca. El único gag medio-salvable es el del restaurante donde Nefron intenta pedir de comer pero las opciones que le da la camarera son infinitas a cada respuesta, pero como casi todo en el film de tanto estirar la escena hay un bajón.

Un desbarajuste en el que Jerry Lewis vuelve a hacer de uno de sus clásicos roles de perdedor nato, que todo lo que hace le sale mal, pero aquí carece de cualquier mínima alma, un ser más plano que una mesa, eso sí, súmese que hace varios papeles más donde se da gusto disfrazándose de varios arquetipos, de ladrón, sheriff, gurú, instalador de alfombras, sin que falten con su habitual galería de muecas e histrionismo desatado elevado al muchísimo. No hay secundarios de entidad alguna, ni siquiera Herb Edelman tiene entidad suficiente para analizarlo.

Como curiosidad decir que el mimo más afamado del mundo Marcel Marceau "canta" el tema principal del título.

Solo salvable para los muy (pero muy, pero muy) incondicionales de Jerry Lewis y su esperpéntico sentido del humor enmohecido. Fuerza y honor!!!

PD: Esta cinta es la última de un ciclo que empecé a dedicar a Jerry Lewis tras su fallecimiento el 20 de agosto de 2017. Su humor tan particular que tan buen recuerdo guardaba de él cuando era niño, ahora de adulto me sabe a apolillado en su simplismo y sentido de la brocha gorda, donde la inteligencia es muy rara que aparezca. Que lo disfruten los que gusten del cómico, yo me bajo aquí.
TOM REGAN
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