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TOM REGAN rating:
8
Mystery. Comedy. Drama When small-time con man Johnny Hooker (Robert Redford) and his partner, Luther (Robert Earl Jones), unwittingly con a numbers runner courier, they find themselves in danger from mobster Doyle Lonigan (Robert Shaw). When Hooker finds out that Lonigan's after them, he goes to warn Luther, but arrives too late. So Hooker teams up with Henry Gondorf (Paul Newman), a friend of Luther's. A con man himself, Gondorf sets an elaborate plan in motion to get back at Lonigan. [+]
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February 17, 2016
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22/22(31/01/16) Un clásico del entretenimiento, un trepidante y divertido film de los que no te cansas de ver. George Roy Hill volvió a reunir cuatro años después de “Dos hombres y un destino” (1969) a probablemente los dos actores más famosos en ese momento, Paul Newman Y Robert Redford, y el resultado fue aún más tremendo en lo que a taquilla y premios se refiere. Lo curioso es que no estaba destinado el proyecto al binomio de estrellas, David S. Ward (“Un lugar llamado milagro”) escribió el guión pensando en dirigirlo él, tenía en mente para protagonizarla a Redford, el actor no estaba conforme a ser dirigido por un novato, accedió a participar si el director era otro con experiencia, entrando entonces George Roy Hill a ser el realizador, este quiso a Newman como Henry Gondorff en la película, pero Paul al leer el guión vio escaso su papel, además de rudo y áspera la personalidad del rol, pidiendo se revisará para darle más simpatía y peso en la trama, tras reescribirlo firmó. Fue la segunda cinta más taquillera del año, tras “El exorcista”, y de su éxito de crítica hablan sus 10 nominaciones a los Oscars, gana siete, entre ellos Película y Director.

Es una trepidante cinta, con un dinamismo asombroso, en una alambicada historia de timos sobre timos, con una ambientación fabulosa, con giros de guión constantes que redundan en la imprevisibilidad, un sinuoso argumento, en la que la primera víctima (y a la vez beneficiado) es el espectador que asiste absorto a su tsunami de trampas jocosas, seremos un juguete manejado con brillantez por los continuos recursos de la narración, hacen que tengamos que pensar sobre la certidumbre de lo que vemos. Un thriller sugestivo que crea un universo idealizado de timadores, unos perdedores que sobreviven como pueden durante la Gran Depresión, engañando, estafando sin violencia, en juegos de apuestas clandestinos, enfrentados al mal representado por los gangsters, en este caso además el malo malísimo es un banquero (reflejo de los grandes males de nuestra sociedad), todo narrado con ritmo fluido, en un tono de humor desenfadado, donde los actos de violencia son obviados, con una construcción de personajes espléndido, con un desarrollo del relato en que vamos siguiendo con mimo los preparativos de “El golpe”, con diálogos rápidos, frescos, chistosos, desencadenando situaciones formidables, hasta desembocar en un final colosal donde las sorpresas aparecen en una especie de muñecas matrioskas. Nos habla el film sobre los juegos de apariencias, sobre la mentira, sobre la codicia, sobre la venganza, sobre la amistad, sobre el espíritu de supervivencia, sobre el mundo de los pícaros, enmarcado todo en una memorable buddy-movie.

Es en el apartado de buddy-movie donde está un poco desequilibrada, Reford se lleva una gran parte del protagonismo, es el que es perseguido, el que desea la venganza, es el que lleva el peso dramático, en detrimento de un Newman que tarda en aparecer, y que se atienen a ser un peón más en la maquinaria del timo, el más importante, pero un peón sin profundidad alguna, posee una tremenda compenetración con Redford, una gran ascendencia su personaje aleccionándolo, pero se echa en falta más equilibrio entre los dos y no esta descompensación. También, siendo meticulosos se le puede achacar que la muerte de Luther no encaja con el tono del relato, hace que se pueda desear no el timo a Lonnegan si no algo más sangrante, con lo que puede llegar a chirriar por el devenir del film. Asimismo es una cinta que una vez la has visto una vez y quedan destapadas las trampas pierde fuerza.

Aunque haya quien la tilde de comedia, no sería correcto, es una cinta con un aire divertido, pero no de gags humorísticos, ni de frases burlescas, es un film que te tiene durante su metraje con la mueca de sonrisa en la boca. De hecho es un relato al que se le podría haber dado otro enfoque y sería un drama sobre la venganza oscura, pero para dar este tono ligero la violencia es anulada, a Luther lo vemos ya muerto o de Mottola oímos que ha sido asesinado.

Robert Redford borda su rol de pícaro simpático, desbordando magnetismo, Don de gentes, consiguió su única nominación al Oscar por actor, compitiendo con un grupo sublime de intérpretes, Marlon Brando, Jack Nicholson, Al Pacino, y el que ganó, Jack Lemmon. Paul Newman con algo menos de presencia inunda la pantalla con su formidable carisma, un maestro de ceremonias fenomenal, un tipo que se las sabe todas, apoteósico durante la partida de póker. Y entre Newman y Redfor una química mítica, colosal, lo malo es que el guión hace que no estén mucho juntos en la acción, una pena no volvieran a coincidir en un film, aunque los dos si volvieron a trabajar con Roy Hill, aunque por separado, Newman en “El castañazo” y Redford en “El Carnaval de las Águilas”. Robert Shaw es probablemente el que deja más huella en la película, con una actuación sobresaliente, un villano con personalidad, sin caer en la caricatura, lo embiste de alma, de aire amenazador, de cinismo, de carácter, muy bueno.

La puesta en escena resulta brillante, con una recreación extraordinaria de los años treinta, ya desde el logo inicial de la Universal de la bola del mundo, el que utilizaba la compañía desde mitad 30 hasta finales de los 40, excelente dirección artística de Henry Bumstead (“Million Dollar Baby”), rodando en los Universal Studios, en Wheeling, Virginia Occidental, en el muelle de Santa Mónica, en Pasadena (California), y en Chicago en la Union Station, y en la antigua estación de la calle de LaSalle antes de su demolición, todo embellecido por la fenomenal fotografía de Robert Surtees (“Ben-Hur”), de patinado amarronado, con un cromatismo cercano al comic, fulgurante en su colorido, resaltando con viveza el tono divertido del film, se suma la excelsa labor en el diseño de vestuario de la más grande, Edith Head (36 nominaciones a los Oscars, con este trabajo obtuvo el octavo y último de su carrera). (sigue en spoiler)
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TOM REGAN
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